Viajamos juntos a ver un juego de Samuel. Al fin y al cabo era un gran sueño verlo jugar después de todo el esfuerzo que hemos hecho y cerrar este circulo, que en realidad, no se cerró, evolucionó en espiral.
La tarde anterior Samuel estuvo tranquilo, fuimos al primer juego, jugó muy bien y disfrutamos mucho el partido. Pero tal vez todos sentíamos que el verdadero juego sería al día siguiente, en su colegio, en “El Nest”, en casa. Esa mañana llegamos muy temprano, allí estaba, con su equipo, grande, valiente, feliz, y muy ansioso…

Y así empezó el juego, un poco nervioso y errático. A medida que pasaba el tiempo, se iba poniendo peor, tanto que entró en un circulo de inseguridad y errores del que ya no pudo salir. El coach lo sentó en la banca y ahí, al ver sus ojos, supe que se quería morir. No pudo demostrarnos lo que quería, no pudo como decía él, “hacernos sentir orgullosos.”
Cómo evitarle ese dolor, esa frustración y rabia de no haberlo podido hacer bien como él quería?Cómo devolver el tiempo y no haberle dado tanta importancia a este día?…Cómo hacerme transparente y hacer como si no estuviéramos aquí?…Pero poco a poco entendí que lo que estaba pasando, era una gran lección para él y claro, también para mí.
“Tu no tienes nada que demostrarme Sami.” Tú eres maravilloso, solo tú. Te amo por ser Samuel y no el basketbolista. Estoy tan orgullosa de ti por el hombre qué eres. Esto aquí hoy, realmente no es tan importante para mí…solo verte es mi mejor regalo. Tu eres suficiente - le dije.
Decir estas palabras, en voz alta, ver sus ojos. Ver cómo cambió su mirada. Sentir su alivio y también el mío, lo pagaron todo. Decir estas palabras sanó mi alma. Las dije para mi hijo, pero las dije también para mi. Oirme, sentirlas, poder decirlas. Fué sanación total. Lo dije para mí, para mi niña pequeña, para la María grande, para Samuel pequeño y para Samuel de hoy.

Sami se quedó en su colegio, triste sintiéndose un poco mejor y sanando lo sucedido. Nos fuimos, queriendo llevarlo con nosotros, con ganas de mas tiempo con él. Un par de días después, fuimos a recogerlo para tenerlo con nosotros el fin de semana y en una conversación con grandes, lo oí decir: Fue una semana muy intensa. Me siento mucho mejor. Como me dijo el coach - “Solo perdiste, si de esto que pasó, no aprendiste nada.”
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