Esa semana, me estuve sintiendo fisica y emocionalmente mal, temas en el estómago, dolores de cabeza, cólicos y creo que pms, que es algo que me sigue costando trabajo.
Durante la semana no quise hacer ejercicio, ni práctica de yoga, me sentía débil, sentí que debía dejar a mi cuerpo descansar para recuperarse y sobre las meditaciones, simplemente no tuve ganas de sentarme casi ningún día…
Hoy, ya unos días después, de viaje y sintiéndome algo mejor, volví a la práctica. Mi cuerpo estaba muy, muy rígido. Los movimientos más básicos y que hago sin problema, me costaron mucho trabajo. Mi espalda, mis piernas, el cuello totalmente inflexibles. Poco a poco comencé a moverme, con paciencia, respirando y teniendo mucha compasión en cada movimiento. A medida que me movía, las posturas iban aflojando y así mismo la conciencia de mi cuerpo. Emprecé a sentir qué pasaba conmigo y cómo durante toda la semana, mis pensamientos sobre el control, soltar y el fluir estuvieron rondando por mi cabeza. Todos esos días, un poco confundida, sin poder entender como aplicarlos en lo que estoy viviendo en este momento de mi vida. Es decir, durante la semana entendí la teoría. Hoy haciendo mi práctica de yoga de la mañana, entendí mejor la práctica.
Me dí cuenta como la rigidez de mi mente, esta en mi cuerpo y al revés. Como todo esta tirante, igual que mi mente tratando de controlarlo todo y tratando de que sea “perfecto”. Es como que cierro los ojos y mi cuerpo hace un infinito esfuerzo para que todo suceda como yo quiero.
Es entonces cuando mi cuerpo empieza a moverse a través de las posturas y a sentir el movimiento y la libertad, que empiezo a comprender de nuevo la sensación de fluir. Me cuesta mucho soltarlo de nuevo, serán buenos días de mas práctica, pero logro sentir la comunión perfecta entre lo que pasa con mi cuerpo, mis emociones, mis pensamientos.
Esta deliciosa sensación de soltarme, de dejarme llevar, como cuando en el mar te dejas mover por las olas, sentir que el cuerpo se va liberando y toda esa energía atrapada, va saliendo y se va sintiendo como una profunza paz y calma. Soltar el control.
No nos damos cuenta. Creemos que controlando todo, lograremos lo que necesitamos y que allí está la calma. Cuando en realidad es soltando, permitiendo que la vida fluya, que encontraremos la verdadera paz y solo así abriremos espacio a que llegue lo que en realidad necesitamos.
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