Mi corazón sabía desde hace ya un tiempo que vendrían tiempos de grandes cambios. Esta cosa que pasa conmigo, que conectada con mi corazón, surgen certezas sobre lo que sucederá y yo así, solo lo siento. Así entonces desde el año pasado, comencé a prepararme para esta revolución que una vez más moverá mi mundo, grados muy importantes. La revolución interior realmente comenzó ya hace más de un año y ahora vendría una de sus partes mas fuertes. En esta búsqueda de mi misma, dejé mi trabajo de tiempo completo, en enero compré un perro (Río) y comencé a entender como sería mi nueva vida y a trabajar intensamente en lo que sería buscar las opciones para lograr acompañar y conseguir los espacios para el futuro de Antonia y Samuel (mis hijos mellizos), que siempre supe, tienen unas alas muy grandes. Se acercaba para mi, lo que llaman “El Nido Vacío”.
Durante estos meses he construido varias opciones de negocios para mi, tantas que ahora pienso que debo escoger para realmente enfocarme, creo que en el afán de tener muchas opciones ya me fui al otro lado, me suele pasar. Pero realmente el enfoque de mi corazón estuvo en encontrar aquellas cosas que ellos soñaban, hacer las aplicaciones, lograr los espacios, soñar juntos y lograr esos sueños. Mis dos hijos tienen 17 años, están en ese momento en la vida en el que se abren opciones y caminos después de terminar el colegio. Lo hice feliz, con dedicación y empeño, como hago casi todo. A veces con el temor a ser menor a sus sueños o a no lograr lo que soñábamos. Mi objetivo también ha sido muy claro, quiero gozármelos al máximo estos meses, acompañarlos, compartir, vivir con ellos muy de cerca este momento de sus vidas tan emocionante, ver como crecen. Doy gracias a la vida porque me ha permitido el espacio y el tiempo para hacer todo esto.
Lo de Antonia ha sido un poco más fácil. Anto sueña con aprender de cocina y poder desarrollar su pasión, sin hacer que su vida o sostén dependa de ella. Lo entendemos y apoyamos, soñamos con que lo haga llena de goce, aprenda lo que sueña, lo disfrute y lo lleve hasta donde ella misma quiera. Tendrá la oportunidad de irse, aprender en un lugar maravilloso, conocerse mejor, retarse a cosas muy nuevas, abrir su mundo, encargarse de ella misma. Luego, posiblemente regresará a estudiar Derecho lo cual me parece hermoso. Nunca imaginé tener una abogada en mi casa, pero a medida que fue creciendo, sí que lo sospeché. Antonia Santos tiene un nombre que quedó muy bien puesto.
El caso de Samuel ha sido bien retador para mí. El es basketbolista de alto rendimiento, llevamos la mitad de su vida entre canchas, torneos, entrenos, balones y todo tipo de preparaciones. Hace 8 años, un día dijo que quería ser basketbolista y jugar en Estados Unidos. Hemos estado con toda con él para lograr este sueño. Es difícil porque sobre este tema existe muy poca información o mejor, hay que saberla buscar muy bien. Hay que irse abriendo el campo, buscando profundo las opciones, tratar de entender la rosca nacional, meterse en ese mundo que aquí no es tan conocido. La verdad, a sus 17 años me hubiera gustado que hubiéramos logrado más oportunidades para él con sus entrenadores, pero al final pienso que de nuestro lado hemos hecho todo lo posible, lo demás a lo mejor así tenía que pasar. Pero bueno, esta vez nuestro siguiente reto fue lograr que fuera aprobado en una gran academia de alto rendimiento para terminar su colegio y abrir las puertas a su posible beca y carrera en una universidad en Estados Unidos. Como dije arriba, comencé con empeño, me costó mucho hacerme a la idea, mi esposo me ayudó mucho a moverme en esa dirección. Fue muy largo y complejo, una aplicación muy larga y colaborativa. La mandé consciente de que era un poco tarde, porque nos demoramos en decidir y conseguir todo lo pedido. Las expectativas eran bajas. Hace tres semanas nos avisaron que estaba en lista de espera. Expectativas bajas…Luego, hace 4 días llegó el correo “Admission Decision”…Samuel fue aceptado.
Todo eso que hace unos meses imaginé ha llegado. Los dos se irán a volar al tiempo, se irán de casa. Llevo tres días en una montaña rusa muy brava de emociones. Me muevo entre la felicidad y la tristeza. Esta sensación de soltar, desprenderse, sentir que se van, dejarlos ir. Duele abajo, como en los ovarios. Y aqui de nuevo viene mi aprendizaje mayor. Sentir. He aprendido sobre mi, que todo lo siento mucho, probablemente por esto un día decidí poner armaduras para que no doliera tanto. Pero este ha sido mi mayor trabajo y aprendizaje desde hace un poco mas de un año. Dejar que llegue, sentir con todo. No tener miedo. Sentir abre mi corazón, me permite estar realmente conmigo, entenderme, cuidarme, estar ahí para mi. Confieso que he llorado mucho y que cuando lloro mucho me asusto. Pero he dejado que salga todo y el susto se va. Es como, dejar que la tristeza me atraviese, permitirla llegar, abrazarla y ver como desaparece. Ahora entiendo como se siente lo que dicen los maestros cuando hablan de permitir que la emoción te atraviese. Hoy estoy mejor, ya ha pasado la montaña rusa, pero pienso en los meses que vienen. Mi mente ansiosa proyecta e imagina los siguientes meses. He aprendido a estar aqui en el presente, suena raro, pero es algo difícil para mí, así que regreso y estoy aqui. Probablemente en unos meses escribiré sobre como fueron estos meses de prepararme para el “Nido Vacío”, por ahora vivo con conciencia cada paso del proceso, siento lo que trae cada día y me siento feliz, porque lo estoy haciendo con mucha compasión conmigo misma, amor propio y porque sé que cuando ellos se vayan, ya me tengo a mi misma.
Te entiendo. No sé como sea cuando la mia que está por cumplir 14 también abra sus alas. que felicidad poder estar con ellos y acompañarlos en estos procesos, y poder estar contigo misma presente también. Abrazo. Siempre te leo. Zarina